Nuevas alforjas: quitándome un peso de encima.

Las alforjas de Vicente
salieron bastante majas
y con este antecedente
me sobraba confianza.

Me puse inmediatamente
a medir, como si nada
un diseño diferente
para mi motillo enana.


Porque en una dos y medio
como la que llevo al curro
tenía que poner remedio
a lo de llevar los bultos.

Me sentía un poco necio:
ir cargado como un mulo
con una mochila, en serio,
que me tenía hasta el culo.

Prepararemos las piezas
de un bonito cuero negro
cortando con las tijeras
de un trozo grueso de cuello.

La costura no es problema.
Deja los taladros hechos.
Ten cuidado con la lezna,
¡No te perfores un dedo!


Todo el perfil de la alforja
lo trabajas en mojado
para poder darle forma
y que así quede ajustado.

El lateral no se moja
¡que no quede deformado!
y fíjate cómo mola
la costura que he empleado.


Pero cuidado, ¡calcula!
que hay que ajustar el tamaño
porque con esta costura
te podría sobrar un cacho.

Reduce la envergadura,
del lateral pequeñajo
o saldrá la alforja chunga
y todo un poco inclinado.


Para la parte trasera
no tengas tanto cuidado:
costura guarnicionera,
puntadas de lado a lado.


Cuando la piel esté seca
y todo bien encajado
seguro que no hay manera
de volver a separarlo.


Con la caja ya cosida
te hacen falta unos refuerzos
que soporten las esquinas
si sufren algún esfuerzo.


Los refuerzos de la tira
que unirá todo el invento
son más bien minimalistas:
un rectángulo pequeño.


Las tapitas que hacen tope
si se cosen en mojado
quedan firmes como postes
para el agua un buen sellado.


El remate de los bordes
aunque no haya repujado
lleva un currele grandote
con un cosido historiado.


Las tiras para cerrarlas
son muy fáciles de hacer
la cosa no es complicada
no hace falta ni coser.


Para poder sujetarlas
se cierra a más no poder
y dejarlas remachadas
no lo debes posponer

(¿A que no sabías que, cuando la rima es en aguda, se cuenta una sílaba de más?)


Ya no falta casi nada:
la tira de la que cuelgan
en un momento la apañas
y tendrás alforjas nuevas.


Sólo queda la bobada
de la tira que sujeta
la base una vez montada
y que así ya no se mueva.

Con tan solo un engrasado
para proteger el cuero
por fin hemos terminado
¡el trabajo ya está entero!

Sólo te falta el montado
de tu nuevo maletero
y así tu viejo cacharro
¡parece un amoto nuevo!


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Reloj, no marques las horas


En tan solo unos minutos
harás el patrón entero
y en menos de un par de horas
habrás recortado el cuero.

Para el cosido del cuerpo
de tu nuevo par de alforjas
te tirarás un buen rato
¡entre las dos, nueve horas!

El taladrar las dos tapas
lleva treinta minutejos,
el cosido y el remate
ocho horas, nada menos.

Lijar y teñir los cantos
de una hora lleva un medio
y preparar las correas
casi dos horas, en serio.

En fijar esas correas
no gastas más de una hora
y en unir las dos maletas
hora y media es poca cosa.

En sólo quince minutos
las puedes dejar montadas
¡Casi veinticinco horas
para en total fabricarlas!

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Y por cierto, mira, tronco
con el trabajo artesano
el pedazo de accesorio
que alguno se ha preparado:


Jamonero Harley Davidson

Alforjas (3): Echando el cierre.

Habíamos dejado el tema en unas bonitas cajas de cuero, y ahora falta ponerles algo para que cierren. Y no es que unas alforjas de cuero sean, ni en el mejor de los casos, unas cámaras blindadas a prueba de ladrones, pero al menos evitaremos que las tapas vayan aleteando y haciendo "flap, flap, flap" en marcha.

Como todo el cuerpo de las alforjas está basado en curvas más o menos suaves, vamos a romper un poco el estilo, haciendo unos cierres angulosos. Empezamos cortando unas tiras de cuero empezamos comprando unas hebillas y unas trabillas, que nos marcarán el ancho al que cortar las tiras de cuero.

Siempre puedes dejar las correas tal cual, pero con algo tan simple como ponerlas a remojo y repasarles un fileteado con la ruleta, el acabado mejorará ostensiblemente.


Para remachar las tiras al cuerpo de las alforjas, lo primero es marcar y taladrar los puntos de las tiras en los que irán los remaches.

Por si no os habíais dado cuenta, estoy empleando remaches de dos piezas, de los que cada mitad va por un lado y se aplastan juntas a martillazos. Usando estos remaches, lo más fácil es colocar la cabeza (del remache, no la tuya) sobre el cuero, y apretar un poco para marcar su posición.


A la hora de colocar las hebillas, he estrenado un juguetito fantástico que encargué a Curtidos Lasa, un sacabocados de herida que permite hacer unas ranuras perfectas sin acabar de los nervios haciendo chapuzas con un cutter.


Se colocan las hebillas...


...se taladran las tiras, se presentan a la alforja, se marca con un punzón los puntos en los que taladrar para los remaches...


...y, ejem, ejem,... se corta el pico de las tiras de las hebillas cuando uno se da cuenta de que se ha pasado de listo, y de que no caben en la alforja.

Y alguno se preguntará ¿y dónde narices apoyo el interior de las alforjas para darle al sacabocados, o para cerrar remaches con el martillo? Y la respuesta es: improvisa, chaval. Con un buen tablón y una sargenta, por ejemplo.


Así que unos pocos martillazos, unos remachillos por aquí, unos remachillos por acá, y... ¡tachán!


Pero ¡no cantemos victoria tan pronto! Aún nos queda mucho por hacer. Para empezar, preparar unos refuerzos que nos ayudarán a darle algo más de resistencia cuando las coloquemos en la moto.


Refuerzos que usaremos de guía para taladrar la parte trasera de las alforjas, donde fijaremos más adelante la tira de cuero que une las dos maletas.


Y hablando de sujetar las alforjas: si no queremos que se pongan a flambear a lo loco, habrá que fijarlas a su soporte con unas correas más finas; que por el momento dejaremos sueltas, a la espera de poder marcar con exactitud el punto de unión una vez presentadas las alforjas a la moto.


¡Eh! ¡Qué magníficas tiras, qué bien cortadas están! Pues sí, sí que lo están. Cortesía de otro juguetito de Curtidos Lasa.


Si has llegado hasta aquí, te habrás dado cuenta de que el cuero, de tanto mojarlo y sobetearlo, está rígido y reseco. Así que, nada mejor que el casi mágico aceite de pata de buey; y a dejar secar con calma mientras lo absorbe.


Y ya sólo queda colocarlas en la moto.

- ¡Cuñao! ¡Oye! Que ya tengo las alforjas listas. Sí. ¿Cómo? Sí, vale, este sábado, vale. Tu invitas ¿no? Vale, allí estaremos.

A la hora de colocar unas alforjas, lo primero es poner los oportunos soportes (que son básicamente unos tubos metálicos doblados en "U") para que las alforjas no se acaben metiendo en la rueda trasera. En casi cualquier custom grande puede hacerlo uno mismo sin complicación; en una moto pequeña puedes tener problemas. Si hay que sujetar una tuerca por dentro del guardabarros y no te cabe la mano por el hueco, puede ser necesario aflojar la rueda; y eso no debes intentarlo si no sabes bien lo que haces.


Seguimos cortando una tira gruesa que una las dos alforjas. Es importante marcar bien la posición de las alforjas sobre esta tira, para que queden bien rectas. Y es que acabar todo este trabajo con unas alforjas estrábicas sería una auténtica lástima.


Nos falta remachar esta tira a las alforjas, colocando por la parte de dentro de la alforja los refuerzos rectangulares que hicimos antes. ¡Ojo! Eso son tres capas de cuero, no dos: estos remaches son algo más grandes que el resto de los que hemos estado empleando.


¡Ah, sí! Ahí también puede verse remachada la pequeña tira que sujetará la alforja a su soporte para que no vaya meneándose una vez en marcha.

¿He dicho en marcha? ¡Vale! ¡Vámonos a dar una vuelta, sobrino!

Por cierto... ¿he dicho ya que vendo una XJR1300? ¡No os perdáis esta magnífica oportunidad!

Alforjas (2): La tapa que tapa a tope.

Habíamos dejado las alforjas con la forma básica ya preparada. Una caja de cuero con una enorme solapa que, de alguna manera, queremos convertir en una tapa.

¿Y qué se espera de la tapa de unas alforjas? ¿Que sean bonitas? Pues sí. Pero al segundo viaje largo en moto, las prioridades cambian. Y, después de que toda tu ropa esté empapada por la lluvia, valoras muy por encima una cierta impermeabilidad. Que no es que unas alforjas de cuero te la vayan a garantizar nunca, pero hay que intentarlo.

Así que vamos a intentar que la tapa cierre tan bien como sea posible; y, ya de paso, que queden bonitas. Aclaremos que estamos hablando de alforjas de cuero para una custom, es decir, bonito es sinónimo de "tan macarra como sea posible".

Y aunque ahora no se entienda por qué, se empieza por hacer una serie de taladros con el sacabocados por todo el perfil, y por taladrar con la lezna lo que va a ser una costura justo detrás. El fileteador no va a llegar tan lejos, así que un compás puede ayudarnos a marcar la línea de la costura; y también a hacer taladros equidistantes con el sacabocados.


Y ahora que ya sabemos exactamente de qué espacio disponemos para decorar, podemos ponernos macarras en serio. Porque ¿qué es una custom sin llamitas? ¡Hagamos unas llamitas, hombre!


Ya sabéis cómo va esto del grabado del cuero. Preparas el diseño en papel, y pones el cuero a humedecer. Para un cuero tan gordo, lo suyo es tenerlo bajo el agua hasta que deja de hacer burbujas. ¡Ojo! el agua deja el cuero de un tono ligeramente diferente, hay que intentar que la línea de separación entre la parte seca y la sumergida quede escondida en la parte de atrás de la alforja.

La mía debe ser la bañera más fotografiada de todo internet (páginas porno aparte)

Con el cuero mojado, ya puedes pasar el diseño al cuero, empleando cualquier cosa con algo de punta.

Este dibujo apenas queda marcado. Lo perfilamos fuerte con un buril (hay quien lo llama repujador) en bisel, dejando el borde tan en ángulo recto como sea posible. Rasgar la flor con un cutter para marcar mejor el borde no es buena idea: las alforjas van a estar expuestas al agua, y es mejor mantener íntegra la flor, que es la parte impermeable.

Cambiamos a un buril de paleta, y rebajamos la parte externa del perfilado, hasta que el dibujo queda en altorelieve sobre el fondo de cuero.

Y como somos más chulos que un ocho, en lugar de dejarlo así, vamos a usar un mateador o gofrador (gracias, Antonio, por el palabro) para dar una textura al fondo, y que así destaque más el dibujo. Don Antonio señaló, muy acertadamente, que es más o menos como dibujar al carboncillo. Y no es que yo sepa gran cosa de dibujo al carboncillo, pero allá por los primeros '90, las laaaaaargas horas de clase de análisis numérico sentado tras aquellas mesas de color claro al lado de cierto comentarista habitual de este blog... digamos que aquello fue algo así como un cursillo acelerado de dibujo [anti]artístico.

¿Y qué es eso de gofrar? La señorita Amanda Claire ha colgado algunos vídeos estupendos al respecto.

Así que me hice con un par de mateadores con dibujo de puntos regulares, reconvertí uno cuadrado en redondo con la amoladora de banco (para poder manejarlo en curvas con más precisión), y a dar fondo golpeando suavemente con una maza, girando y solapando los golpes para que la textura sea... ¿irregularmente regular?



No es imprescindible que la maza sea redonda como la de la foto, pero eso ayuda a no tener que preocuparte del ángulo con el que golpeas. Lo que sí es imprescindible es que el cuero siga húmedo.

Y ya puedes dejar secar la tapa.


Una vez seco el cuero, puede ser un buen momento para lijar los bordes del cuero en las zonas de las costuras. Porque, por muy bueno que seas cortando y cosiendo el cuero, siempre va a quedar un poco irregular, así que hay que dejar los bordes bien lisos con papel de lija. O, si quieres terminar antes, con una lima para metal. O hasta con una lijadora eléctrica, si sabes bien lo que haces.

Sí, eso va a dejar un borde blancuzco bastante feo. Pero que no cunda el pánico: para eso se inventó el tinte para cuero. ¡Ojo! antes de aplicarlo, ponte unos guantes de látex. Así evitarás tener las manos llenas de salpicaduras negras, tal y como las tengo yo desde hace algunos días. Es lo que tienen los productos pensados para teñir la piel: que tiñen la piel.


Y ahora empezamos a desvelar los secretos de la costura que hemos preparado antes. Tanto la parte de atrás como la de delante llevarán una pieza de cuero que proporcionará la protección definitiva contra el agua. Tienes que trazar el perfil que tendrá la tapa, y asegurarte de dejar un margen para la costura. ¡Ah! Recuerda que la tapa, si queda completamente horizontal, formará charquitos de agua que acabarán calando. Tienen que quedar un poco inclinados, para desaguar mejor; y eso lo va a marcar la forma de estas piezas.

Coser estos perfiles tiene un truco importante: hay que mojarlos bien antes de coserlos, para que queden lo bastante flexibles y moldeables para poder darles la forma adecuada. ¿Te he dicho ya que una piedra es una herramienta indispensable para el trabajo del cuero? Nada como un buen canto para mantener sumergida una pieza con ganas de flotar.


Cuando el cuero ha dejado de hacer burbujas, puedes empezar a coser. Tienes que taladrar conforme avanzas la costura, coincidiendo con los taladros que hiciste antes en la tapa. ¡Y asegúrate de que la costura empieza lo bastante arriba para dejar bastante cuero que haga una línea de "bisagra" suelta, o luego no podrás abrir la tapa!


Sigues con la costura, y la continúas (sólo con fines decorativos) por todo el borde de la tapa. Al final, tendrás dos laterales de cuero húmedo que puedes moldear para que ajusten bien a la alforja. Al secarse quedarán duros como piedras, así que aprovecha ahora para darles su forma definitiva.


Vale, monísimo. Y ahora, ¿para qué hemos dicho que hemos hecho los taladros por todo el borde? Pues para un remate decorativo con tireta, empleando punto español.

¿Que cómo se hace el punto español? Muy sencillo, enganchas un buen trozo de tireta en una aguja específica para tireta (a mi me gustan las que enganchan la tireta con dos uñas) y pasas el cuero por... espera, paso de explicártelo, mejor apréndelo aquí, que estará más claro.


Y una vez rematadas ambas tapas, ya sólo nos falta...


...esperar a la siguiente entrada, donde hablaremos de la colocación de las hebillas de cierre. Y, dependiendo de cómo vaya el calendario de visitas familiares, también hablaremos de la colocación de las alforjas en la moto de mi cuñado.

Alforjas (1): regresando al futuro

La típica plaza del típico suburbio de Estados Únidos, con los típicos coches aparcados alrededor del típico parterre central; la típica noche tranquila, la típica ráfaga de viento que remueve las típicas hojas secas, el típico sonido de un caballo al galope que se acerca...

Si buscas el origen del ruido de cascos no ves nada... ¡espera! Parece... parece... ¡de la nada, están apareciendo unas huellas de herraduras llameantes!

Y ¡Zuuuuuum...! Con un destello aparece un enorme caballo de guerra a todo galope, con dos figuras sobre su lomo. Un tipo con una túnica blanca a juego con el color de su pelo, y un chaval que lleva lo que parece una cota de malla varias tallas más grande que él.

- Caray, Doc. Eso estuvo cerca.

- ¡Ya lo creo, Marty! ¡Menos mal que el generador mórfico que instalé en el De Lorean nos permitió convertirlo en este caballo y pudimos pasar desapercibidos entre todos esos cruzados!

- ¡Y menos mal que hemos podido evitar que el tatara-tatara-tatarabuelo de Biff creara el malvado imperio de Jerusalén y dominara el mundo!

- Respecto a eso, Marty, la próxima vez que viajemos al siglo XII, asegúrate de no llevar un manual de fabricación de ametralladoras, y, sobre todo, luego no lo dejes por ahí tirado. Que es que a veces pareces medio lelo.

- ¡Tranquilo Doc! Al final, lo hemos arreglado, y encima hemos conseguido que mi tatara-tatara-tatarabuela se casara con mi tatara-tatara-tatarabuelo Sir Percival McFly.

- Sí, y eso que al principio estaba loquita por ti. Si no he perdido la cuenta, es la décimo séptima antepasada tuya que se enamora de ti. ¿Puede que haya en tu familia alguna tendencia genética al incesto?

- No sé lo que es eso, Doc. Y ahora ¿a cuándo vamos a ir?

- Tenemos que volver a mitad del siglo XX. Quiero encontrar a mi yo del pasado y asegurarme de que esta vez no me pierdo la oferta de 2x1 de la tienda de dulces y pastelitos de Charly.

- Pero no podemos ir en un caballo, Doc. Llamaríamos mucho la atención.

- Tienes razón, Marty. Espera, déjame ajustar el generador mórfico...

El tipo del pelo blanco enredó detrás de la oreja izquierda del caballo, que, gracias a unos efectos especiales de los caros, se transformó en...

- ¡Es una moto, Doc!

- Exacto Marty. Y no es una moto cualquiera, es una moto custom. Con esto pasaremos desapercibidos.

- ¡Pues es igualita a la moto de mi cuñado! Pero... Doc, hay un problema.

- ¿Qué problema, Marty?

- Verás es que voy algo retrasado con el trabajo de estadística, y voy a tener que aprovechar este viaje para ir adelantando algo. Y en esta moto no tengo dónde llevar los datos de cotizaciones bursátiles de todo el siglo XX sobre los que estoy preparando el trabajo.

- Marty, definitivamente eres idiota perdido. Pero tienes razón en una cosa: nos falta capacidad de carga, vamos a tener que fabricar unas alforjas de cuero.

- Vaya, Doc. ¿Y eso cómo se hace?

- Lo primero es preparar el patrón. Tienes que medir bien, y no pasarte de listo. Si las haces demasiado grandes, puede que tropiecen con los intermitentes o con las piernas del paquete. ¡Y no quieres que toquen en el tubo de escape, hay que asegurarse de dejar espacio!

- ¿Y con cuántas piezas se hacen?

- Pues cada bolsa va a tener básicamente tres piezas principales, aunque ése es sólo uno de los posibles diseños. Una pieza frontal con la forma final de la alforja, una trasera con la misma forma y con la tapa completa, y unas tiras rectangulares que separan las otras dos.


- Caramba, Doc. Eso parece mucho cuero.

- Puedes jurarlo, Marty. Un montón de vaqueta de 4mm de grosor. Y fíjate en que las tapas son un poco más anchas que el cuerpo de la alforja, para así cubrirlo bien.

- ¿Y cómo vamos a unirlas, Doc?

- Ah, Marty, esa es una buena pregunta. Vamos a coserlas con hilo encerado empleando lo que llaman costura de guarnicionero. Pero en lugar de explicártelo, es mejor que lo veas con tus propios ojos aquí mismo. Sólo que, para unas alforjas, no va a hacer falta emplear una costura doble.

- ¿Y cómo se hace la costura, Doc?

- Se empieza por el centro, en la parte inferior de la alforja, y vamos subiendo hasta arriba. En las tiras rectangulares, sólo puedes dejar taladradas puntadas hasta donde empieza la curva; en la curva tienes que ir taladrando sobre la marcha para que coincidan bien las puntadas. Una vez salvada la curva, puedes volver a marcar con la ruleta y taladrar con la lezna.

- Lo que tu digas, Doc. ¿Y cómo rematas la costura?

- Eso es fácil. Cuando llegas al final, vuelves atrás repasando la costura cuatro o cinco puntadas. Luego, usando una aguja curva, metes el hilo al interior de la alforja, y allí haces un nudo doble o triple para que no se suelte. Cortas el hilo que sobra, le echas una gotita de cianocrilato al nudo ¡y eso ya no se suelta jamás, Marty!

Esteeee... vale, la foto no es del remate de la costura, es el remate de un sobrehilado que le hice en las esquinas; pero que en realidad no es en absoluto necesario. Disimula, haz como si no te hubieras dado cuenta.


- Pero Doc... ¿no te has pasado un poco con la longitud de las piezas rectangulares? ¡Te sobra bastante!

- Ya lo sé, Marty, pero así puedes dejar unas solapas que doblar hacia dentro y que protejan un poco la carga.


- Doc, no está mal, pero creo que hasta Biff se daría cuenta de que todo el cuero está curvado y hace feo.

- Tranquilo, Marty. Para eso prepararemos unos refuerzos que remachar por el interior de la alforja. Puedes hacerlos con pletina de aluminio si quieres que sean realmente sólidos, pero estas alforjas son pequeñas, y con un poco de cuero será suficiente.


- ¿Y cómo las colocamos, Doc?

- Para empezar, las remachamos en el centro de la alforja, bien pegadas al borde. Así ¿ves?


- Luego colocaremos remaches tan pegados a las esquinas como sea posible


- Y así seguimos por los laterales y hasta la parte de atrás.

- Oye, Doc, ¿y cómo haces para marcar bien las piezas? Es que midiendo no me sale.

- Claro, Marty. Lo mejor es usar una lezna para marcar las dos piezas a la vez.

- Pero Doc, a algunos de esos agujeros no vas a poder llegar con el sacabocados de ruleta. ¿Cómo vas a hacer los agujeros?

- Eso es fácil, Marty. En uno de mis viajes al pasado me traje una herramienta especial para ello.

- ¡Qué previsor, Doc! ¿Y cómo se maneja esa herramienta?

- No sé si vas a poder entenderlo con precisión, Marty. ¿Sabes algo de física subatómica?


- Ja, ja, muy gracioso, Doc. Así que a martillazos ¿no?

- Exacto. Sólo tienes que asegurarte de que siempre apoyas en el banco de trabajo la parte de dentro de la alforja, si apoyas la de fuera, la dejarás llena de marcas.

- ¿Y crees que esto será suficiente para dar forma a las alforjas?

- ¡Por supuesto, Marty! ¡La diferencia será palpable!


- Vaya, Doc, tienes razón. Oye, esto está muy interesante ¿por dónde seguimos?

- Eso ya te lo contaré otro día, Marty. Por ahora ¿Por qué no vas a casa, te quitas la cota y el gambesón, y te das una buena ducha? Es que hasta el condesador de fluzo arruga la nariz cuando te acercas...