Estos maletones están pensados para viajes con mucho equipaje, así que son un poquito... enormes, sí, justo, "enormes" es la palabra que buscaba.
Y no es que me queje de su casi ilimitada capacidad de carga, pero es que, cuando uno va en moto, la idea es ir en moto. Y con estos mostrencos en los costados, tengo el ancho de una furgoneta de reparto: la sola idea de colarse entre el tráfico con eso resulta ridícula.
Así que algo habrá que inventar para poder usar la moto cómodamente en el día a día, y sin tener que ir siempre cargando una mochila a la chepa.
Vamos a hacer otro par de alforjas desmontables, más pequeñas. Aunque... ¿Por qué hacer un par? Si es para llevar poca cosa ¿por qué no hacer sólo una? Total, así además me aseguro de que, de todas todas, esta vez sí que no toca nada con el tubo de escape. Que, por cierto, será la primera vez.
Pero ¿cómo fijar una única alforja? Si la engancho al mismo soporte que hice para los maletones, se irá desequilibrando. Y, además, ese soporte tampoco termina de gustarme: no deja de preocuparme que roce con el guardabarros y me marque la pintura.
Habrá que buscar algo más sólido, algo que, por ejemplo, se enganche directamente al soporte de las alforjas. Lo primero en lo que uno piensa es en un montón de correas de cuero, hebillas por todas partes, tal vez un par de bridas... uhmm... no, eso seguramente no funcione del todo bien. Me haría falta usar un cuero extrarígido, e incluso así se deformaría en un momento. Vamos a buscar alternativas. Alternativas sólidas. ¿Qué tal una plancha de aluminio (ligero ¡e inoxidable!) como base? Se podría construir una base de quita y pon, y luego fijar cualquier tipo de alforja sobre ella... ¡eh! ¡Esa idea mola!
En casi cualquier sitio podemos comprar una plancha de aluminio adecuada. Tiene que ser algo más grande que el soporte de las alforjas, y si tiene los típicos relieves en cuadrícula o de "palillos" será algo más resistente a curvarse accidentalmente.
Es más que recomendable desmontar el soporte para poder trabajar a gusto en una mesa, y que luego las cosas encajen con el mínimo de martillazos.
Lo primero, colocar los famosos ganchitos, a los que tanta propaganda hago, y todo sin que la tienda se digne hacerme la más ínfima rebajilla en mis ya numerosos pedidos.
Ojo: puede que los tornillos sobresalgan un poco más de la cuenta, lo bastante como para arañar demasiado el cuero. Para este tipo de problemas se inventó la sierra para metales: corta lo que sobra. Cuidado: cuando cortes un tornillo, asegúrate de ponerle antes una tuerca, para que la misma tuerca recoloque las rebabas del corte cuando la saques. Si lo cortas a pelo, y luego intentas ponerle una tuerca... jamás conseguirás que entre.
Hasta aquí era sencillo. Y ahora ¿cómo vamos a sujetar el extremo superior de la plancha? Le estuve dando muchas vueltas, y sopesando varias alternativas. Algunas incluían taladros y machos de roscar, otras complejas soldaduras y sofisticados remachados. Pasado un cierto punto de complejidad empecé a pensar en términos de 'manojo de bridas', pero tampoco era buena idea.
Y al final descubrí que lo que estaba pensando ya estaba inventado, y que se llamaba 'grillete'. Además, había otra pieza comercial llamada 'sujetacables' que serviría estupendamente para sujetar el grillete a la base metálica.
Se colocan de forma que los grilletes se sujeten sobre la parte superior de los soportes, y que las palomillas roscadas que los cierran sean accesibles desde la parte exterior de la alforja (ya bastante complicadas serán de poner y quitar como para que tengas que retorcerte para acceder a los tornillos)
Y con esto ya tenemos la base. Sólo nos queda redondear un poco las esquinas, pintarlo todo de negro para que no resalte demasiado sobre el cuero, e irse planteando qué tipo de alforja vas a montar sobre esto.
Eso que ves ahí son las piezas básicas para construir una alforja que no sé bien si llamar "de caballo" o "de fuelle". Digamos que es una especie de bolso de señora, pero a lo grande. En esta ocasión, fabricado de un cuero tirando a fino. Ejem... tirando a fino cuando hablamos de cuero para una alforja, claro: vacuno, de entre 1,5 y 2mm.
Eso sí, esta vez queremos que el cuero quede suave, flexible, y bastante resistente al agua. Y, para eso, nada mejor que un buen baño en aceite de pata de buey, que hace auténticas maravillas con el cuero.
La bolsa, en este tipo de alforja, es lo más sencillo del mundo: se cose todo carne contra carne, y arreando. Yo añadí un par de remachillos para darle un poco más de resistencia, pero tampoco es estrictamente necesario.
Esta bolsa se presenta a la base metálica, y se van haciendo taladros que, por ahora, sujetaremos con tornillos (más tarde ya colocaremos remaches). Aquí hay que tener dos cosas en cuenta:
- Coloca la bolsa de forma que quede, básicamente, colgando de la base metálica; es decir, el borde superior de la chapa más o menos junto al borde del cuero. No cometas el error de colocarla a la mitad, o el cuero se doblará más tarde.
- Calcula los taladros para que queden simétricos, y así luego te sirvan, además, para colocar las tiras que cerrarán la alforja.
La tapa irá sujeta a la misma plancha metálica, aprovechando esos mismos taladros. Para que quede bien, debe engancharse bastante abajo de la plancha, así que hay que hacerle unos taladros por los que pasarán los grilletes.
Para variar, rematamos el borde con tireta y punto español, sólo que esta vez, para variar, voy a usar tireta marrón. Y a engrasarlo todo.
Ya, ya sé lo que estás pensando: ese tipo de tapa ¿no va a dejar entrar un montón de lluvia por los lados? Pues la verdad es que sí, así que le colocaremos unas solapillas para cerrar un poco el hueco. ¡Ojo, que esta pieza no es sencilla! Por un lado, tiene que permitir abrir bien la tapa de la alforja. Y, por otro... eso de la alforja de fuelle significa que, cuando vaya medio vacía, la parte superior irá casi del todo cerrada; y, cuando vaya llena, el fuelle estará abierto del todo: las solapas deben proteger del agua en ambos casos.
Una vez cosidas las solapas, preparas las correas, y ya puedes ir remachándolo todo. Lógicamente, los remaches visibles tienen que ser de los bonitos, pero los que sujetan todo a la plancha de aluminio, lo suyo es que sean sólidos, así que ¡a saco con la remachadora!
Habrás visto que la parte de abajo de las correas de cierre, donde irán las hebillas, también van remachadas a la plancha de aluminio, y pasan por debajo de la bolsa. Ese es un detalle importante: estas alforjas están hechas de cuero flexible, así que es muy fácil la base se quede descolgada. Con las correas pasando por debajo, todo queda bien sujeto.
Y ya sólo queda... ¡Ponerla en su sitio!
Sólo un detallito más. Muchas motos custom tienden a vibrar un poco, y los tornillos de los grilletes no son precisamente algo que puedas apretar bien con la mano. Para evitar que se acaben soltando con la vibración, puede ser buena idea atarles unos alambritos que luego puedas sujetar a los soportes, para que así no puedan girar libremente.
¡Todo listo! Echamos dentro un mono de agua que ya no va a salir de ahí hasta que me pille el siguiente chubasco ¡Y a volar!
Esta entrada está dedicada a la memoria de Natalia, y a desear una rápida y completa recuperación a Pumuki.
¡SIEMPRE!
¡SIEMPRE!