Llaveros de cuero: no vayas a ir por ahí arañando la moto.

Cuando te compras una moto, es muy normal que el simpático vendedor, con una sonrisa depredadora en los labios, se tire al pisto y te obsequie con ¡un magnífico llavero de plasticucho!

Y eso no se puede consentir. Las cosas no van a quedar así. Hay que apañarse un llavero en condiciones.

En eso estaba yo pensando mientras me dedicaba a monear por Facebook, y fui a dar con una página en italiano de la que no entendía ni el título: Botella delo Gnomo.

Pero, como una imagen vale más que mil palabras, no me hizo falta entender gran cosa cuando vi algunos de sus trabajos: yo quería hacer algo así. Y no es para menos ¿has visto el Mjolnir de aquí al lado? ¡Un mundo de horteradas posibilidades se abría ante mis ojos!

¿Y qué técnica se emplea para hacer algo así? ¿Qué oscuros misterios se esconden tras este trabajo? Afortunadamente, nada demasiado complicado (excepto la habilidad para conseguir un labrado tan intrincado, pero esa es otra historia)

Lo primero de todo es conseguir un trozo de cuero de curtido vegetal y, muy importante, extremadamente importante, sin teñir. Cortas un rectángulo de, pongamos, 17 x 10 centímetros.


Los bordes, así a primera vista, se ven como que bastante irregulares ¿verdad? Bueno, nada que no se resuelva luego repasando el corte con cuidado, usando un poco de papel de lija para dejar los perfiles regulares, y rebajando las aristas con un matacantos.

Y a remojo con el cuero. No mucho rato, hasta que deje de hacer burbujas. Con unos minutos va que se mata.


El cuero va a ir doblado en tres partes, para que cierre como una cartera; y la parte central llevará un motivo labrado. Puedes marcar primero el pliegue y luego labrar, o al revés. Yo he probado los dos métodos, y me ha gustado más plegarlo antes: no hay más que doblar el cuero tal como quieras que quede, y dejarlo secar cerrado, con un poco de presión (debajo de un libro un poco gordo, por ejemplo: pon un plástico entre medias para no estropear el libro)

Quedará más o menos como en la siguiente foto:


Sí, lo sé, ahí ya he empezado con el dibujo. Pero no me acordé de sacar la foto antes, qué le voy a hacer.

Después de dejar secar la carterita alrededor de un día, los pliegues habrán quedado ya perfectamente marcados, y podemos empezar el labrado.

Lo primero, vuelves a humedecer la zona central, colocas encima el dibujo en papel, y lo vas repasando con un lápiz o con un puntero. No te esfuerces, el lápiz no va a pintar sobre cuero húmedo, lo que quieres es marcarlo en relieve.


No es mala idea imprimir varias copias del dibujo.

- ¿Y eso?

En cuanto lleves un rato trabajando en un papel sobre cuero mojado tendrás más que claro el motivo, ya verás.

A mí me dio por utilizar motivos celtas un tanto intrincados, y en estos casos, para que luego el labrado quede bien perfilado, es buena idea cortar con un cutter la flor del cuero. No pongas esa cara, la capa más superficial se llama así.


Por lo general, el labrado quedará mejor cuanto más relieve tenga. Puedes darle todo el relieve con buriles, pero ahorrarás esfuerzo si bajas bien todo el exterior de la figura con una barrita metálica convenientemente adaptada, que irás golpeando poco a poco con una maza.

¿Y de dónde sacar esa herramienta? Yo reciclé un destornillador viejo, pero ojo: hay que asegurarse de dejar perfectamente pulida la superficie que impactará en el cuero; no quieres que deje marcas raras, y mucho menos que lo corte.

Y empiezas a trabajar con el buril. Yo prefiero los buriles de espátula, sirven para alisar el cuero, y el canto del buril te permite ir perfilando el dibujo. Aunque también viene bien alguno de bola para zonas pequeñas de difícil acceso.



Así que con paciencia...


Con mucha paciencia...


El punto de humedad para el labrado es algo delicado: si el cuero está demasiado seco, es muy difícil conseguir buen relieve; pero, si está demasiado húmedo, el perfilado no quedará bien definido. Yo tengo tendencia a dejarlo demasiado húmedo, y acabo teniendo que dar una y mil pasadas, según se va secando el cuero, hasta que el perfilado va quedando bien.

Antes de que se seque el cuero hay que dar la textura al fondo: otra vez la maza, y a ir golpeando poco a poco con un gofrador.


En los huecos más pequeños, en los que no cabe el gofrador, puedes dar una cierta textura con un puntero o un punzón, pero ojo, dándole mucho más suavemente que al gofrador, que es fácil pasarse.

Con esto hemos terminado el labrado. Déjalo secar más o menos un día, que si no se estropeará a la menor.

Si has elegido plegar la cartera después de labrar, éste es el momento. Moja el cuero con cuidado de no volver a mojar el relieve, y asegúrate de que, al prensarlo, no aplastas el dibujo.


Y, de nuevo, un día secando bien prensado, para que se quede bien con la forma.

- Los bordes del cuero están quedando bastante feos ¿no?

Tranquilo, que ahora los arreglamos. Para sellar y rematar bien los cantos, lo suyo es lujarlos, es decir, alisarlos con un hierro caliente... o con un pirograbador o soldador de lápiz que haga el trabajo.


Y ya podemos ponernos a teñir. Antes de hacerlo, hay que preparar el cuero con un producto químico específico que puedes comprar en con alcohol, del que puedes comprar por cuatro duros el bote grande en cualquier tienda de pintura. Coges un trozo de algodón, y frotas bien con el alcohol toda la superficie.

Y empezamos a teñir, con un pincelito y mucho pulso, el exterior del relieve.


Y sigues tiñendo toda la cartera, por dentro y por fuera. ¡No te olvides de los perfiles!


- Ya, todo esto está muy bien, pero... ¿en qué demonios se parece esto a un llavero?

Vaaaale, vale, ya va. Para convertir esto en un llavero sólo hará falta engancharle una anilla; y coserle unas tiras de velcro para mantener la cartera cerrada. Así que preparamos las costuras con las herramientas habituales: fileteador para marcar la costura a una distancia fija del borde, ruleta para marcar las puntadas, y lezna para taladrarlas.


Coser el velcro, así a pelo, es más bien complicado: no se está quieto, parece que tiene voluntad propia, y que está empeñado en quedar torcido. Para que no se menee, lo mejor es pegarlo antes con cola de contacto.


Para atravesar el velcro tienes que usar agujas con punta, no las típicas agujas romas que se suelen usar en cuero. Las únicas que tenía a mano eran curvas, qué le vamos a hacer. Costura de guarnicionero para fijar el velcro, e incluso como decoración por todo el borde.



Con esta misma costura aprovechas para sujetar una tira de cuero más fino (muuuucho más fino) que enganchará la anilla metálica (que puedes reutilizar del llavero cutre de plasticucho, por ejemplo)


- ¡Eh! Entonces ¿hemos terminado?

¡Para nada! Aún quedan los últimos acabados, que son los que marcan la diferencia entre una chapuza infame y una chapuza medio presentable.

Para empezar, los cantos. Se supone que el lujado los debería haber dejado bastante bien, pero el caso es que a mí me sigue pareciendo un asquito... Así que habrá que recurrir a los métodos tradicionales. Frotas los perfiles con una barrita de cera negra para cantos, y a darle bien fuerte con un trapito. (Si la calientas un poco con un mechero antes de frotar, queda bastante bien)


Y lo cierto es que el dibujo, en crudo, queda un poco soso. Peeeero, afortunadamente, eso no es nada que no se resuelva con un poco de betún de Judea, frotándolo suavemente con un algodón sobre el dibujo. El betún debe penetrar sobre todo en las zonas hundidas del dibujo, para así resaltar el relieve.



El tinte aplicado sólo de forma superficial, o el betún de Judea, aguantan... más bien poco. Y un llavero que va a ir dentro de tu bolsillo, rozándose con otras llaves, expuesto al sudor, por no decir que flambeando y golpeándose con la moto... va a acabar lleno de rozones feos. Así que lo vamos a proteger con un par de capas de un producto llamado goma laca, que aplicas con una esponja. (Lo de este potingue me lo contó Vilas, que, por cierto, estrena el apartado de enlaces de este blog, ahí a la derecha de la página)


- Qué distintos están esos dos llaveros ¿no?

En efecto. Y eso enlaza con lo que decíamos al principio de usar cuero sin teñir. El cuero teñido pierde gran parte de su plasticidad, y los relieves quedan mucho menos elevados. Se nota cuál de los dos llaveros está hecho con cuero ya teñido ¿verdad?


Y así lo dejaremos hasta la próxima entrada, en la que hablaremos de ¡sí! ¡otro par de alforjas!

- ¿Otro más? ¡Siempre cuenta lo mismo!

Qué le voy a hacer, es lo que hay. Pero tranquilo: serán unas alforjas muy, muy distintas a las anteriores que he enseñado.