Culo de mal asiento: restaurando un banco de jardín en 7 sencillos pasos.

 (Sólo llevo cuatro años sin publicar nada por aquí, seguro que nadie se ha dado ni cuenta...) Entre que hago pocas cosas, y publico menos, tengo los blogs cubiertos de polvo... En fin, a lo que iba.

Por circunstancias de la vida, en una mudanza de mi cuñada me he visto agraciado con un bonito banco de jardín de hierro colado y madera. No le cabía en su futura casa, así que me lo ha dado.

Bueno... sí, te aseguro que eso era un bonito banco. Pero veinte años a la 
intemperie pueden haberle pasado factura.

Arremanguémonos y al lío:


Paso 1.- Averiguar qué rayos tenemos entre manos

A ojo ya se ve que la madera está completamente podrida, así que claramente va a haber que sustituirla. Eso casi simplifica las cosas, porque, a la hora de desmontarlo todo, podemos romperla sin miramientos, en lugar de ir quitándola con cuidado.

Así que desmontamos, y a ver qué tenemos exactamente.

¡Puag!

Resumiendo: madera podrida para tirar. Piezas de hierro sucias y oxidadas. La tornillería, completamente oxidada, también para tirar.


Paso 2.- Comprobar si hay algo debajo de la roña

¿Sabes esas pinturas para metal que dicen "aplicar directamente sobre el óxido"? Vale, pues no te lo tomes al pie de la letra. Si pintas un hierro viejo, recién recogido de la naturaleza, esa pintura se habrá desconchado en tres meses. Antes de pintar tienes que limpiar y preparar el metal. Y, para eso, un buen principio es el cepillo de púas.

La mitad derecha ya está cepillada. ¿Se nota, eh?

Al cepillar vi que el hierro estaba en bastante mejor estado del que pensaba, y que no iba a hacer falta lijar a fondo después. Así que, una vez bien cepillado todo, se frota con un trapo y alcohol para quitar cualquier resto de polvo y grasa, y listo.

El alcohol de quemar es estupendo para estas cosas.


Paso 3.- Pintooooor, que pintas con amooor...

Ahora sí que sí, a pintar con una buena pintura antióxido. Los tiempos de secado de estas pinturas suelen ser bastante elevados (la que yo usé eran como 16 horas entre capas), así que dar un par de capas por cada lado, a lo tonto a lo tonto, requiere varios días.

No, no estoy haciendo product placement a propósito. La lata estaba así.


Paso 4.- ¡Te lo cambio!

Nos toca pillar repuestos para lo que hemos tirado. Lo primero, la madera.

La madera original era de pino. No es mi madera favorita, pero tiene la ventaja de ser barata y fácil de encontrar, así que me lancé a buscar listones decentes de pino o, preferiblemente, de haya... y descubrí que, en las tiendas de bricolaje más habituales, no había nada macizo de unas medidas aceptables. Que si lo que tenemos es este abeto (ultrablando y lleno de nudos por los que se puede partir), que si te lo podemos cortar de un tablero alistonado (que se abriría a las dos semanas de estar a la intemperie...)

Ya me estaba desesperando cuando di con un sitio que se llama Fabricados de Maderas Ortiz. Por no tener, no tienen ni página web (aunque salen en Google) Un sitio de corte de madera aquí en Madrid, muy cerca de Alcorcón, muy majos. Me prepararon unos listones con las medidas exactas que yo quería. 
Los listones que compré son de Iroko, una madera semidura adecuada para exterior; pero en el sitio tienen más maderas macizas (¡incluso roble!) Además, parece que suelen cortar madera comprada en la cercana Maderas Rado, que esos sí que tienen de todo (menos servicio de corte).


Y más repuestos: la tornillería. Este banco, aparte de unos cuantos tirafondos, tiene un montón de tornillos métrica con sus correspondientes tuercas para sujetar la madera al metal. Los originales eran de hierro latonado, y con los años ya habían empezado a oxidarse. Y es que, si quieres que de verdad dure para siempre en exteriores, el acero inoxidable es tu amigo.

Adivina cuáles son los viejos y cuáles los nuevos.

No los encontré del largo que quería, así que los compré algo más largos y los corté con radial. No te olvides de una cosa antes de cortar un tornillo: mete una tuerca antes de cortar y de hacer cualquier lijado para suavizar la punta. Así, al sacar la tuerca, ella misma alineará las rebabas que haya dejado el corte y no tendrás problemas para poder roscarla más adelante.


Paso 5.- ¡Más madera!

Los listones están cortados a medida, pero aún así tienen bastante curro por delante. Lo primero, una lijada por las aristas para que no queden demasiado afiladas ni saquen astillas fácilmente. Si vas a querer redondear algún borde (yo lo hice con las tablas del respaldo), te toca hacerlo antes de nada. Yo lo hice con una radial y un disco de lija de láminas, y, de hecho, también le di una pasada con ese disco a la superficie de los listones que iba a quedar visible. Al usar una herramienta tan bestia, por mucho cuidado que pongas, dejas una superficie irregular tipo rústico-alisado-a-hazuela que a mí me gusta mucho. Por supuesto, si quieres una superficie más lisa, mejor no usar nada tan burdo. 

Lo presentas todo, mides lo que tengas que medir (¡dos veces!) y haces los taladros que sean necesario. Esto va pillando forma.

Pero ¡no te olvides de la protección! El sol, la lluvia, el frío, los bichos xilófagos, los hongos... la madera tiene muchos enemigos naturales cuando está en el exterior, así que hay que ayudarla para que resista sin problemas.

La solución más normal es el barniz, pero lo cierto es que es un asco: a los pocos años acaba saltando, hay que lijarlo y repintar cada poco, pilla un color muy feo con el tiempo... Yo hace poco descubrí el lasur, que en lugar de ser una capa sobre la madera, penetra en el poro y, en teoría, la protege mejor y mucho más tiempo que un barniz. Y, con una ventaja importante a largo plazo: como no es una capa externa que salte, no hace falta lijar para volver a aplicarlo.

La mesa de trabajo de última generación mola ¿eh?

Hay quien recomienda echar primero una capa de algo llamado "fondo" xiloprotector, así que dicho y hecho. Y después, el lasur. Yo empleé uno de color teca, que deja un tono bastante bonito y que se puede limpiar y cuidar con aceite de teca sin problemas. Los lasures coloreados, además, se supone que protegen mejor de los rayos UV que el transparente. Por cierto: la aplicación inicial de lasur debe ser de como entre tres y cinco capas. Paciencia.


Paso 6.- Momento IKEA

Tenemos unas piezas de hierro, unas maderas, un puñado de tornillos... ¿qué quieres, un papel desplegable enorme con instrucciones gráficas? ¡Vamos, monta esto!

Este banco empieza montando las piezas que componen el respaldo.


Paso 7.- Tomar el sol

¡Tacháaaaan! Igualito que al principio ¿verdad?