Alforjas (3): Echando el cierre.

Habíamos dejado el tema en unas bonitas cajas de cuero, y ahora falta ponerles algo para que cierren. Y no es que unas alforjas de cuero sean, ni en el mejor de los casos, unas cámaras blindadas a prueba de ladrones, pero al menos evitaremos que las tapas vayan aleteando y haciendo "flap, flap, flap" en marcha.

Como todo el cuerpo de las alforjas está basado en curvas más o menos suaves, vamos a romper un poco el estilo, haciendo unos cierres angulosos. Empezamos cortando unas tiras de cuero empezamos comprando unas hebillas y unas trabillas, que nos marcarán el ancho al que cortar las tiras de cuero.

Siempre puedes dejar las correas tal cual, pero con algo tan simple como ponerlas a remojo y repasarles un fileteado con la ruleta, el acabado mejorará ostensiblemente.


Para remachar las tiras al cuerpo de las alforjas, lo primero es marcar y taladrar los puntos de las tiras en los que irán los remaches.

Por si no os habíais dado cuenta, estoy empleando remaches de dos piezas, de los que cada mitad va por un lado y se aplastan juntas a martillazos. Usando estos remaches, lo más fácil es colocar la cabeza (del remache, no la tuya) sobre el cuero, y apretar un poco para marcar su posición.


A la hora de colocar las hebillas, he estrenado un juguetito fantástico que encargué a Curtidos Lasa, un sacabocados de herida que permite hacer unas ranuras perfectas sin acabar de los nervios haciendo chapuzas con un cutter.


Se colocan las hebillas...


...se taladran las tiras, se presentan a la alforja, se marca con un punzón los puntos en los que taladrar para los remaches...


...y, ejem, ejem,... se corta el pico de las tiras de las hebillas cuando uno se da cuenta de que se ha pasado de listo, y de que no caben en la alforja.

Y alguno se preguntará ¿y dónde narices apoyo el interior de las alforjas para darle al sacabocados, o para cerrar remaches con el martillo? Y la respuesta es: improvisa, chaval. Con un buen tablón y una sargenta, por ejemplo.


Así que unos pocos martillazos, unos remachillos por aquí, unos remachillos por acá, y... ¡tachán!


Pero ¡no cantemos victoria tan pronto! Aún nos queda mucho por hacer. Para empezar, preparar unos refuerzos que nos ayudarán a darle algo más de resistencia cuando las coloquemos en la moto.


Refuerzos que usaremos de guía para taladrar la parte trasera de las alforjas, donde fijaremos más adelante la tira de cuero que une las dos maletas.


Y hablando de sujetar las alforjas: si no queremos que se pongan a flambear a lo loco, habrá que fijarlas a su soporte con unas correas más finas; que por el momento dejaremos sueltas, a la espera de poder marcar con exactitud el punto de unión una vez presentadas las alforjas a la moto.


¡Eh! ¡Qué magníficas tiras, qué bien cortadas están! Pues sí, sí que lo están. Cortesía de otro juguetito de Curtidos Lasa.


Si has llegado hasta aquí, te habrás dado cuenta de que el cuero, de tanto mojarlo y sobetearlo, está rígido y reseco. Así que, nada mejor que el casi mágico aceite de pata de buey; y a dejar secar con calma mientras lo absorbe.


Y ya sólo queda colocarlas en la moto.

- ¡Cuñao! ¡Oye! Que ya tengo las alforjas listas. Sí. ¿Cómo? Sí, vale, este sábado, vale. Tu invitas ¿no? Vale, allí estaremos.

A la hora de colocar unas alforjas, lo primero es poner los oportunos soportes (que son básicamente unos tubos metálicos doblados en "U") para que las alforjas no se acaben metiendo en la rueda trasera. En casi cualquier custom grande puede hacerlo uno mismo sin complicación; en una moto pequeña puedes tener problemas. Si hay que sujetar una tuerca por dentro del guardabarros y no te cabe la mano por el hueco, puede ser necesario aflojar la rueda; y eso no debes intentarlo si no sabes bien lo que haces.


Seguimos cortando una tira gruesa que una las dos alforjas. Es importante marcar bien la posición de las alforjas sobre esta tira, para que queden bien rectas. Y es que acabar todo este trabajo con unas alforjas estrábicas sería una auténtica lástima.


Nos falta remachar esta tira a las alforjas, colocando por la parte de dentro de la alforja los refuerzos rectangulares que hicimos antes. ¡Ojo! Eso son tres capas de cuero, no dos: estos remaches son algo más grandes que el resto de los que hemos estado empleando.


¡Ah, sí! Ahí también puede verse remachada la pequeña tira que sujetará la alforja a su soporte para que no vaya meneándose una vez en marcha.

¿He dicho en marcha? ¡Vale! ¡Vámonos a dar una vuelta, sobrino!

Por cierto... ¿he dicho ya que vendo una XJR1300? ¡No os perdáis esta magnífica oportunidad!

Alforjas (2): La tapa que tapa a tope.

Habíamos dejado las alforjas con la forma básica ya preparada. Una caja de cuero con una enorme solapa que, de alguna manera, queremos convertir en una tapa.

¿Y qué se espera de la tapa de unas alforjas? ¿Que sean bonitas? Pues sí. Pero al segundo viaje largo en moto, las prioridades cambian. Y, después de que toda tu ropa esté empapada por la lluvia, valoras muy por encima una cierta impermeabilidad. Que no es que unas alforjas de cuero te la vayan a garantizar nunca, pero hay que intentarlo.

Así que vamos a intentar que la tapa cierre tan bien como sea posible; y, ya de paso, que queden bonitas. Aclaremos que estamos hablando de alforjas de cuero para una custom, es decir, bonito es sinónimo de "tan macarra como sea posible".

Y aunque ahora no se entienda por qué, se empieza por hacer una serie de taladros con el sacabocados por todo el perfil, y por taladrar con la lezna lo que va a ser una costura justo detrás. El fileteador no va a llegar tan lejos, así que un compás puede ayudarnos a marcar la línea de la costura; y también a hacer taladros equidistantes con el sacabocados.


Y ahora que ya sabemos exactamente de qué espacio disponemos para decorar, podemos ponernos macarras en serio. Porque ¿qué es una custom sin llamitas? ¡Hagamos unas llamitas, hombre!


Ya sabéis cómo va esto del grabado del cuero. Preparas el diseño en papel, y pones el cuero a humedecer. Para un cuero tan gordo, lo suyo es tenerlo bajo el agua hasta que deja de hacer burbujas. ¡Ojo! el agua deja el cuero de un tono ligeramente diferente, hay que intentar que la línea de separación entre la parte seca y la sumergida quede escondida en la parte de atrás de la alforja.

La mía debe ser la bañera más fotografiada de todo internet (páginas porno aparte)

Con el cuero mojado, ya puedes pasar el diseño al cuero, empleando cualquier cosa con algo de punta.

Este dibujo apenas queda marcado. Lo perfilamos fuerte con un buril (hay quien lo llama repujador) en bisel, dejando el borde tan en ángulo recto como sea posible. Rasgar la flor con un cutter para marcar mejor el borde no es buena idea: las alforjas van a estar expuestas al agua, y es mejor mantener íntegra la flor, que es la parte impermeable.

Cambiamos a un buril de paleta, y rebajamos la parte externa del perfilado, hasta que el dibujo queda en altorelieve sobre el fondo de cuero.

Y como somos más chulos que un ocho, en lugar de dejarlo así, vamos a usar un mateador o gofrador (gracias, Antonio, por el palabro) para dar una textura al fondo, y que así destaque más el dibujo. Don Antonio señaló, muy acertadamente, que es más o menos como dibujar al carboncillo. Y no es que yo sepa gran cosa de dibujo al carboncillo, pero allá por los primeros '90, las laaaaaargas horas de clase de análisis numérico sentado tras aquellas mesas de color claro al lado de cierto comentarista habitual de este blog... digamos que aquello fue algo así como un cursillo acelerado de dibujo [anti]artístico.

¿Y qué es eso de gofrar? La señorita Amanda Claire ha colgado algunos vídeos estupendos al respecto.

Así que me hice con un par de mateadores con dibujo de puntos regulares, reconvertí uno cuadrado en redondo con la amoladora de banco (para poder manejarlo en curvas con más precisión), y a dar fondo golpeando suavemente con una maza, girando y solapando los golpes para que la textura sea... ¿irregularmente regular?



No es imprescindible que la maza sea redonda como la de la foto, pero eso ayuda a no tener que preocuparte del ángulo con el que golpeas. Lo que sí es imprescindible es que el cuero siga húmedo.

Y ya puedes dejar secar la tapa.


Una vez seco el cuero, puede ser un buen momento para lijar los bordes del cuero en las zonas de las costuras. Porque, por muy bueno que seas cortando y cosiendo el cuero, siempre va a quedar un poco irregular, así que hay que dejar los bordes bien lisos con papel de lija. O, si quieres terminar antes, con una lima para metal. O hasta con una lijadora eléctrica, si sabes bien lo que haces.

Sí, eso va a dejar un borde blancuzco bastante feo. Pero que no cunda el pánico: para eso se inventó el tinte para cuero. ¡Ojo! antes de aplicarlo, ponte unos guantes de látex. Así evitarás tener las manos llenas de salpicaduras negras, tal y como las tengo yo desde hace algunos días. Es lo que tienen los productos pensados para teñir la piel: que tiñen la piel.


Y ahora empezamos a desvelar los secretos de la costura que hemos preparado antes. Tanto la parte de atrás como la de delante llevarán una pieza de cuero que proporcionará la protección definitiva contra el agua. Tienes que trazar el perfil que tendrá la tapa, y asegurarte de dejar un margen para la costura. ¡Ah! Recuerda que la tapa, si queda completamente horizontal, formará charquitos de agua que acabarán calando. Tienen que quedar un poco inclinados, para desaguar mejor; y eso lo va a marcar la forma de estas piezas.

Coser estos perfiles tiene un truco importante: hay que mojarlos bien antes de coserlos, para que queden lo bastante flexibles y moldeables para poder darles la forma adecuada. ¿Te he dicho ya que una piedra es una herramienta indispensable para el trabajo del cuero? Nada como un buen canto para mantener sumergida una pieza con ganas de flotar.


Cuando el cuero ha dejado de hacer burbujas, puedes empezar a coser. Tienes que taladrar conforme avanzas la costura, coincidiendo con los taladros que hiciste antes en la tapa. ¡Y asegúrate de que la costura empieza lo bastante arriba para dejar bastante cuero que haga una línea de "bisagra" suelta, o luego no podrás abrir la tapa!


Sigues con la costura, y la continúas (sólo con fines decorativos) por todo el borde de la tapa. Al final, tendrás dos laterales de cuero húmedo que puedes moldear para que ajusten bien a la alforja. Al secarse quedarán duros como piedras, así que aprovecha ahora para darles su forma definitiva.


Vale, monísimo. Y ahora, ¿para qué hemos dicho que hemos hecho los taladros por todo el borde? Pues para un remate decorativo con tireta, empleando punto español.

¿Que cómo se hace el punto español? Muy sencillo, enganchas un buen trozo de tireta en una aguja específica para tireta (a mi me gustan las que enganchan la tireta con dos uñas) y pasas el cuero por... espera, paso de explicártelo, mejor apréndelo aquí, que estará más claro.


Y una vez rematadas ambas tapas, ya sólo nos falta...


...esperar a la siguiente entrada, donde hablaremos de la colocación de las hebillas de cierre. Y, dependiendo de cómo vaya el calendario de visitas familiares, también hablaremos de la colocación de las alforjas en la moto de mi cuñado.