Almas mercenarias y cuchillos de desollar

¡Por fin estreno mi alma mercenaria en una pieza que no sea bricomedieval!

Todo empezó con una conversación más o menos así:

- Oye, Axil, tengo una hoja de cuchillo enteriza de acero damasco. ¿Le podrías poner unas cachas y hacerle una vaina?

- Sí, claro; en cuanto aprenda cómo fijar unas cachas a un cuchillo, que no tengo ni repajolera idea de cómo hacerlo...

- Vale, genial. ¿Cómo quedamos para darte la hoja y que te pongas manos a la obra?

Como podéis ver, el cliente no destacaba por su prudencia, pero ante semejante exhibición de inconsciente arrojo, no podía menos que intentar no defraudarle.

Afortunadamente, unos días más tarde había por aquí cerca una feria de cuchillería artesana, y tuve ocasión de interrogar al respecto al maestro Germán Gregorio (que aprovechó para leerme la cartilla -merecidamente- sobre la chapuza de encabado que hice en mi anterior cuchillo). Coincidí también por allí con Juan Antonio Suárez "Meleagant", viejo conocido del foro de la AEEA, al que aún no había tenido ocasión de conocer en persona, y que también me dio valiosos consejos.

Y, por supuesto, qué decir del magnífico libro que le compré a César Bozal (¿por qué narices no le pedí que me lo firmara?). Resumiendo: si vas a hacer tu primer cuchillo, este libro es imprescindible.

Así que aquí estoy, con una misión que cumplir, y con una hoja de forma extrañísima en mis manos.


Sí, la forma del mango es un tanto rara. En su parte más estrecha, apenas llega a los dos centímetros de ancho. Dado que se engrosa en la base, parece expresamente pensada para cortar tirando del cuchillo hacia ti. Según me ha dicho el cliente (yo de eso no entiendo ni chufa) eso lo convierte en un buen cuchillo para desollar.

Por supuesto, yo estaba olvidándome a toda prisa de los sabios consejos que me habían dado mis mayores en la feria de artesanía.

Pero de algo me acordaba. Me dijo Germán: no improvises sobre la marcha como haces siempre, dibuja antes lo que quieres conseguir. Lo hice, y el resultado final ¡hasta resultó ser vagamente similar a mi intención inicial, oyes!

El primer paso para poner una cachas a un cuchillo es tener material con el que hacerlas. Y eso, cuando vives en Madrid, no te creas que es tan fácil de conseguir.

Afortunadamente, mi amigo de Ferro i Foc me envió una jartá de retalillos de madera, de los cuales escogí uno de falso cerezo, también conocido por nombres tan molones como escuernacabra, matacán, palohierro, vara sangrienta, pichasangre o pelaburros.

Me encanta lo de "pelaburros".


Se supone que, en un cuchillo enterizo, has lijado el mango de hierro hasta crear una superficie recta (ejem... algún rectificado hubo que hacer, la hoja no era demasiado regular), y por tanto lo suyo es cortar las cachas de una plancha plana para que encaje bien. Dibujas el contorno, cortas y arreand... no. Mal.

Dibujas el contorno, y cortas dejando cuatro o cinco milímetros de margen que ya lijarás más tarde. No cortes ajustado ahora, o te arrepentirás más tarde.



Ni siquiera en el mejor de los casos la hoja es tan, tan, tan lisa como pudiera parecer. La madera no va a ajustar con total precisión, así que es buena cosa colocar un separador que amortigüe un poco. Por ejemplo, de fibra vulcanizada. Lo que se llama plástico recortado de una carpeta del todo-a-un-euro, vamos.


Para sujetar las cachas, voy a utilizar tres remaches huecos de latón. No, no te asustes, no son tan difíciles de encontrar. En casi cualquier sitio puedes encontrar tubo fino de latón. Sólo tienes que cortar unos trocitos de unos pocos centímetros (que sobre, siempre que sobre).


El taladro para colocar los remaches debe ser tan preciso como puedas conseguir. Ayuda emplear un soporte de columna. Empiezas taladrando el metal, bien perpendicular al eje de la hoja.


Usando esos taladros como guía, taladras la madera y los separadores. Primero un lado, y luego el otro.


Para que todo ajuste bien, vas presentando los remaches en los agujeros, para que sujeten en su sitio la madera, antes de hacer el siguiente taladro.


Y ahora viene uno de los pasos más importantes: antes de montar las cachas, tienes que lijar y pulir los extremos que dan a la hoja. No tengo nada claro cómo se llama formalmente a esta parte de las cachas. ¿Los "hombros", por ejemplo?


Y es que, más tarde, no vas a poder acceder a esa zona sin marcar la hoja, así que tienes que dejarla completamente terminada ahora. Sigues el procedimiento habitual: papel de lija cada vez más fino, hasta acabar con la pasta de pulir.


Vale, ahora ya puedes montar todo el conjunto, pegándolo con generosas cantidades de pegamento epoxídico. ¿Cómo que no sabes lo que es eso? De ése de dos componentes que tienes que mezclar antes. Y lo dejas secar un día entero, bien apretado.


¡Ojo! Limpia inmediatamente la resina que haya manchado la hoja, que una vez seca será mucho más difícil.

Cuando esté todo seco, empiezas por cortar los remaches a ras de la madera, que lijarlos cuando sobresalen sólo sirve para gastar lija tontamente.

Y ahora viene lo divertido: levantar nubes y nubes de serrín. ¡A la lijadora!


Y sigues lijando...


Y lijando con grano cada vez más fino...


Hasta que terminamos por pulirlo. Menos mal que al cliente le gustan los acabados rústicos, porque a mí esto de pulir madera se me da fatal.


Un poquito de aceite de linaza para cuidar la madera, y ¡ya tenemos cuchillo encabado!

La verdad es que, perfecto, perfecto, no ha quedado (no os voy a decir dónde están los fallos, pero yo los tengo clarísimos), pero para ser el primer cuchillo enterizo que encabo, no está tan mal.

Y con esto, tenemos sólo medio encargo completado. Ahora... ¡A por la vaina!

De nuevo seguí la guía del librito de César Bozal. Hasta donde dejé de hacerlo, y me dejé llevar por gusto por el siglo XIII, que es donde la estética de la vaina empezó a volverse dudosa.

Usé una vaquetilla ya teñida (ya, ya lo sé, pero es lo único que tenía a mano). Ésta es una vaina moderna, de una pieza: se plegará sobre el lomo e irá cosida en el filo, dejando una pestaña con la que formar una trabilla para el cinturón. Así que cortas dejando márgenes generosos, como en la foto.



Ya sabes cómo va esto
: envuelves el cuchillo en varias capas de plástico de cocina, y a darle forma al cuero. En esta ocasión, apenas humedecí un poco el cuero bajo el grifo con agua templada, y le fui dando forma frotando y frotando con los dedos, hasta que quedó ajustado al cuchillo.



Umpffff... esto mancha. Mejor ponte unos guantes de látex.

Y sí, la solapa para el cinturón va doblada por detrás, aprovecha para darle forma a la vez. Y, en cuanto veas cómo va quedando, córtala a su forma definitiva, que si no quedarán marcas raras sobre el cuero húmedo.


Una vez formada la pieza principal, puedes volver a humedecer un pelín el lomo, y volver a abrir la vaina. Marcas el perfil de la hoja, y cortas el separador (la "costilla") de cuero, siguiendo esa línea. Ya sabes que los bordes de la vaina van cosidos a través de esa pieza, de forma que la hoja, según entre y salga de la vaina, vaya arrastrando el filo por un trozo de cuero... y no por el hilo de la costura que mantiene la vaina en su sitio (eso es mala idea).

En la foto se ve la costilla por ahí arriba; no te olvides de ella, o la vaina se te romperá a la segunda vez que saques el cuchillo.



Y aquí tenemos la que para mí ha sido la principal novedad en la fabricación de esta vaina: el uso de un desbarbador.

- ¿Desbarloqué?

Desbarbador. Sirve para hacer un pequeño surco en el que luego harás la costura; de esa forma el hilo queda a ras de la superficie del cuero. Parece mentira lo extremadamente mejor acabada que parece una costura hecha de esta manera.



Lo primero es coser la trabilla del cinturón, antes de cerrar la vaina. Que si no, no vas a poder acceder al interior para dar las puntadas, y te va a costar una barbaridad.

- Oiga, y esas puntadas por el interior... ¿no están muy a mano para que las rompa la punta del cuchillo cuando lo envainen?

Pues ahora que lo dice, lo cierto es que sí... Vale, habrá que pegar encima un parchecillo de cuero fino que proteja un poco la costura. Ojo: hay que armarse de una buena cuchilla, y rebajar el borde de este cuero para que quede bien fino y no haga un escalón en el que pueda engancharse la punta del cuchillo.


Y con esto ya sólo nos falta coser la vaina y....

No. Demasiado fácil.

Vale, ya me había pasado de sobra del tiempo que había presupuestado inicialmente para este trabajo. Pero ¿qué demonios? Soy una víctima del horror vacui. Y me moría de ganas de probar una de las técnicas de decoración que cuenta César Bozal en su librito. Así que humedecemos el cuero, cogemos mateadores y maza, y manos a la obra.


Debo confesar que aquí volví a dejarme influir por el SXIII, y fue un error: seguí la forma de la hoja, en lugar de seguir la forma de la vaina, y eso al final de dio un aspecto un poco extraño.

Y ahora sí: pegamos, lijamos el borde para que quede bien uniforme...


...pasadita de matacantos para que quede un poco apañaete, y a coser, desbarbador mediante.


Y con una pasadita de cera de cantear (para que el borde quede marrón, y no crudo), y un poquito de grasa de caballo ¡listo!


Y claro, tú te preguntarás: ¿y cuánto le cobraste al cliente por semejante chapuza obra maestra?

Pueeeeees... mucho más de lo que alguien en sus cabales pagaría por un cuchillo como éste; y mucho menos de lo que un artesano semicuerdo cobraría por su tiempo. Así que creo que lo podemos llamar un trato justo.

Espero que su dueño lo disfrute y le saque partido. Y, en futuras entradas del regreso al futuro... sí, lo sé, soy un pesado... ¡otro par de alforjas!

16 comentarios:

Rhotgaar dijo...

¡¡Pero si te ha quedado precioso, tonto el haba!! :)

Axil dijo...

Jeje... Me parece que a uno nunca le terminan de gustar las piezas que ha fabricado, siempre sabes dónde están los defectos, o qué podría haberse hecho mejor.

antonio dijo...

Pues me parece un buen trabajo , solo una pregunta ¿ hay una vira entre las dos partes de la funda ? , por que me parece que no , si pones una vira evitas que el filo del cuchillo alcance el cosido y la funda es más segura .

Axil dijo...

¡Maestro Antonio, que uno es torpe y primerizo, pero tampoco tanto!

Es lo que he llamado "costilla", siguiendo la denominación del libro de César Bozal que tanto mento en la entrada. Antes de leerlo, seguramente lo hubiera llamado "el trozo ese de cuero de que el cuchillo no corte la costura", para qué nos vamos a engañar.

Lo cierto es que podía haberlo explicado un poco más, que aunque lo mento en más detalle en otra vaina de "El Blindado...", aquí no ha quedado demasiado claro.

Ferro dijo...

Hola, ahora solo te falta encabar tus propios cuchillos, que continuamos esperando. Una idea para la decoracion "horror vacui" en los cuchillos enterizos las cachas las puedes decorar con pequeños clavos de cobre o bronce con motivos geometricos, creo que se hacia en España desde muy antiguo.

Un saludo.

Yllart Martinez dijo...

Pues para ser tu primer encabado de una hoja enteriza está muy bien. Pero tienes razón, a uno nunca le gustan sus propias cosas. Donde uno sólo ve los fallos que tiene, los demás sólo ven lo que ha salido bien.

Axil dijo...

Ferro: dudo muchísimo de mi capacidad para hacer dibujos geométricos con clavitos. Seguro que me quedaban todos torcidos y desalineados.

Yllart: creo que lo has descrito a la perfección ;-)

Axil dijo...

Por cierto, Ferro: ¿qué tal esas vainas?

antonio dijo...

Pues usted perdone , me ha fallado la vista .

antonio dijo...

Un detalle, el gofrado lo puedes perfilar cuando lo tengas con un trazador , queda mejor acabado.

Axil dijo...

Pues ahí sí que tiene usted toda la razón, maestro.

Lo pensé, y no lo hice porque creí que quedaría peor; y más tarde he visto alguna foto de una vaina en la que se había perfilado la decoración, y sin duda gana mucho.

Ferro dijo...

Las vainas van por buen camino, creo que ya tengo 4, de las que 2 no valen mucho y otras 2 son aceptables. Solo falta hacer las fotos y al blog!

Ferro dijo...

Por cierto los tubos de laton de donde son?, el enlace es del leroy, pero que pieza es?

Ismael dijo...

Muy bueno, lindo el encabado, No se como haces para que te queden tan bien las vainas.

¡Saludos!

Axil dijo...

Eso es que no las ves de cerca, Ismael ;-)

Ferro: venden tanto tubos como varillas macizas sueltas, de me parece que es un metro de longitud. En el que yo estuve, sección ferretería, junto con una buena selección de varillas y tubos de acero bastante más gordos.

Si mal no recuerdo, en la sección de ferretería, pero independiente de las varillas roscadas.

Unai dijo...

Pues a mí la funda no me ha molado tanto (cuestión de gustos), pero me ha gustado tanto el cuchillo como las cachas, pero supongo que a poco puntilloso que seas, es muy difícil dar algo por perfecto a la primera (y algo aburrido hacer algo perfecto a la segunda).

Espero con impaciencia las fotos de ésas otras vainas, a ver si me animo ya de una vez a hacerme una!

Mis respetos, maese.